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16.6.09

EL FÚRBOL ES ASÍN

Hablemos de fútbol, como tantos otros. Soy oviedista desde siempre, y, si se puede decir así, de corazón. Es el equipo de mi ciudad, al que apoyaban en mi casa, y el primer día que me llevaron a ver un partido fue al viejo Carlos Tartiere; me acuerdo incluso del rival (el Murcia, en la temporada 1985-1986) y aunque el resultado creo recordar que fue 1-1, síntoma de que no asistí precisamente al encuentro del siglo, cualquier crío que vaya a presenciar la intensidad de un partido enseguida se ve envuelto en la emoción de un espectáculo de masas como el del fútbol. A lo largo de los años he seguido apoyando al Real Oviedo, con temporadas de más “militancia activa” oviedista que otras, pero siempre con el mayor deseo de éxito para el equipo y con un ojo puesto en los resultados todos los fines de semana. Fui asiduo al estadio en una parte de los buenos años de Primera División cuando todavía no todas las localidades eran de asiento, y disfrute de algunas tardes de buen juego viendo a Jokanovic, Prosinecki (su única temporada potable en España fue la que jugó en el Oviedo), Carlos y Oli. Volví unos años después a frecuentar el estadio los domingos, esta vez el nuevo (y plagado de sobrecostes, todo sea dicho) en La Ería, en las primeras temporadas tras el desastre del descenso a Tercera División, en buena medida porque sentí la necesidad de dar el respaldo al equipo en los tiempos más sombríos de las intromisiones del Alcalde, las disputas por la titularidad de las acciones y la postración de tener que sobrevivir en categorías inferiores. Rabié con la victoria insuficiente ante el Arteixo y vibré con el ascenso ante el Ávila y con la explosión de entusiasmo colectivo de la que difícilmente puede uno sustraerse.
Hace unos días, con el nuevo ascenso en Mallorca, me alegré enormemente, por mi equipo y por la afición. Reconozco el tremendo mérito que tienen las peñas oviedistas que han aguantado contra viento y marea, descensos y engendros incluidos. Además, algunos de los jugadores, empezando por el capitán, se han hecho acreedores de respeto e incluso admiración por haberse comprometido en cuerpo y alma en resucitar al Oviedo de este trance y evitar su desaparición.
Creo, en definitiva, que la gente tiene todo el derecho a ilusionarse, a olvidarse momentáneamente de sus problemas gracias al fútbol y a dejarse llevar por las emociones. No soy ajeno a esa dinámica, aunque a la postre procuro darle la importancia justa a las cosas, lo que por lo común no siempre sucede en algunas conductas, cuando de las pasiones deportivas se habla.
Por eso la deriva que ha acabado cogiendo la utilización del ascenso del Oviedo me da algún escalofrío. No me gusta que el mismo Alcalde que se creyó autorizado para decirnos a qué equipo debíamos animar los ovetenses y que casi fulmina al Real Oviedo se apunte descaradamente al carro y casi nadie le afee el oportunismo. Entiendo que no tiene la entidad que renunciar a buscar apoyo institucional en donde sea, pero me desagrada enormemente que se deje utilizar como arma arrojadiza utilizada por el gobierno local. No me gusta el compadreo (con recepción en el rancho de Benia y todo) con quien hace cuatro días hizo todo lo posible –presiones de toda índole incluidas- para que recursos, aficiones y patrocinios fuesen a aquella pesadilla del ACF. Tampoco me gusta la repentina amnesia de la que algunos se han imbuido rápidamente. Más aún me disgusta que se insulte zafiamente desde el balcón del Ayuntamiento, por mucho que se pretenda justificar con el calentón del momento. Me repugna cada vez más que para demostrar el grado de apego a un equipo haya antes que nada que insultar al rival en la versión deportiva y fanática del localismo rampante. Y me parece bastante empobrecedor que sea aparentemente tan elevada la influencia de los avatares deportivos sobre la vida política.
Obviamente, nada lo dicho impedirá que siga siendo oviedista y que disfrute al máximo con los esperados triunfos en el camino de retorno a Primera División del que es mi equipo. Será, con todo, que el fúrbol quizá tenga que seguir siendo asín.

Publicado en Oviedo Diario, 13 de junio de 2009.